Una tarde de lluvia en la
que se encontraba sola como de costumbre, en su celda orando por las
almas de su familia muerta, una lagrima corrió por su mejilla,
tristes recuerdo comenzaban a invadirla, su corazón latía
rápidamente y sus ojos a tornarse melancólicos, su alma se podía
observar a través de ellos, el rosario cayó, la madre superiora
entro en ese instante, la miro lascivamente su desprecio no podía
ocultarlo, el deseo de sus carnes magras menos, tomándola por un
costado levantándole la sotana, acariciando sus muslos lentamente,
mientras la mirada de la joven se tornaba temerosa, la chica
retrocedió empujando a la repugnante y vieja mujer, el solo verla le
provocaba asco. -si eres tan pura, entrégate a mí en nombre del
señor, vamos Diana que esto no es pecado- sus dientes grises y su
boca fétida susurraban estas palabras llenas de perversión y
lujuria. con la mirada la desnudaba imaginando los actos que planeaba
para mancillarla, en ese instante, entro Mayte con una soga en
las manos la cual tenía pensado utilizar en una campana para la
entrada del convento, dando fin al capítulo de perversión y
humillación de Diana, sin decir nada la madre superiora sale de la
celda aventando a Mayte al piso, joven con tendencias lésbicas y
enamorada de Diana en silencio, por lo cual siempre la protegía
y entregaba su cuerpo a la superiora a cambio de dejarla en paz.
Sabia que esto no sería para siempre pues la castidad de su amiga
era un manjar que más de uno en ese convento deseaba, mas tarde en
el comedor un cardenal invitado a la cena, para lo cual se
había preparado platillos exquisitos acompañados de un vino de muy
buena cosecha, la miraba atónito por su belleza y encantos
maquilando las cosas que le haría de poder poseer su cuerpo, se
acercó silenciosamente la madre superiora y susurrando a su oído
palabras que de haberlas escuchado Diana hubiera preferido la
muerte, las oraciones emanaban de las bocas de aquellas jóvenes
que estaban a punto de ingerir sus alimentos, dando comienzo al
festín, en un claustro de la cuidad de la Nueva España...
Corría
el año de 1866, en la mesa posaban platones con faisán, cerdo asado
en viejos hornos de barro, copas llenas de vino y así mismo
las golosinas mas deliciosas de la zona, toda una fiesta santa
alusiva al onomástico del invitado, durante más de 1 hora la joven
fue observada por ambos personajes cada uno ideando como someterla a
su completo placer, Mayte observaba desde lejos la mirada de
aquellos, vaticinando sus bajas intenciones.
Una vez terminada la
cena, el cardenal es invitado a pasear por los jardines del lugar los
cuales gozan de la fama de ser los más hermosos de la región, ambos
clérigos vagan por las altas paredes de enredaderas, -al ver que no
hay ojos que los vigilen-, toman otro rumbo dirigiéndose a los
sótanos donde reina el olor a muerte y putrefacción el cual
los excitaba haciendo salir sus bestias sexuales, al fondo de este
lugar hay un viejo y gran camastro donde suaves sabanas de seda los
esperan, siendo alumbrado por enormes sirios así como la
imagen de un Cristo que pende de una de las paredes, si pensarlo dos
veces el hombre toma a la mujer por detrás tocando sus carnes ya
viejas y colgadas acariciándolas frenéticamente la mujer llena de
excitación se voltea para levantar la sotana y bajar las bragas,
acariciando su flácido miembro el cual con cierta dificultad
comenzaba a erguirse, su boca deseosa de acariciarlo; lamerlo
juguetonamente terminando con recias mordidas y succiones
frenéticas que a cualquiera le provocarían un orgasmo casi
instantáneo en ese momento el hombre la levanta arrojándola a la
cama para arrebatarle sus ropajes dejándola solo vestida con su
viejo rosario regalo de su madre, acariciando sus pechos secos y ya
sin vida, lamiendo su piel y bajando por su vientre cálido y tenso,
de su entre pierna emana el olor de la excitación, su lengua recorre
el lánguido rincón de la mujer que no hacía más que
gemir, convulsionando cada vez mas de placer implorándole no
detenerse mientras los jugos de su cuerpo salían por su vagina
para llegar a lo más profundo de su garganta, jugueteando con su
clítoris semejante a una pasa, ya consumida la mitad de los cirios
ambos seres se disponen a terminar el acto con la penetración,
dando la estocada final sin compasión ni piedad haciendo un rito de
dolor y placer sus cuerpos llenos de sudor descansan en la cama......
Aaaaaaaaaa!!! en una habitación contigua se escucha el grito de una
joven de no más de 17 años la cual esta pariendo un bastardo hijo
de aquel hombre, al ver que está sano la partera lo enreda en un
lienzo sucio y oxidado para después arrojarlo a los perros
hambrientos, 6 monjas mas se encuentran en la habitación hincadas y
orando por el alma de aquel desafortunado ser, la niña llora la
pérdida de su bebe mientras se desangra lentamente pues sufre una
laceración la cual le provoca un derrame violento, la vieja
comadrona sin importarle su vida se marcha dejándola ahí en la mesa
de piedra llena de sangre y trapos húmedos, gritando e implorando no
por su vida si no por la de su primogénito, que ya ah muerto siendo
comida de los cánidos, mientras los latidos de su corazón declinan
lentamente como declina la noche así mismo los gritos de dolor se
van apagando como los cirios del cuarto contiguo. Pasan las 12 de la
noche cuando ambos clérigos se dirigen por separado a su habitación,
Diana es mandada a sacar unas botellas de vino a la cava que se
encuentra a unos pasos de los calabozo usados por la inquisición 3
años atrás, tomando las botellas en sus brazos, ve que una sombra
se acerca para propinarle un fuerte golpe, dejándola
inconsciente durante cerca de 1 hora para despertar atada en el
potro, desnuda, solo una sabana cubre uno de sus senos y la entre
pierna sus ojos vendados hacen aun mas traumático el momento, -grita
desesperada pidiendo clemencia y libertad-, pero solo oye risas de
mujeres y hombres, un liquido frio le toca el cuerpo el olor delata
su origen es el vino por el cual había sido enviada, varias lenguas
le rozan su abdomen, mientras que manos acarician sus muslos, sus
senos son mordidos por 2 bocas ella grita llena de pánico y dolor
pero nadie acude a su ayuda, el tiempo transcurre lentamente haciendo
los minutos eternos para la víctima, siente como alguien introduce
su mano en la zona a un virgen de su ser, que le lastima con uñas
largas y filosas hacienda sangrar para después sentir una boca que
bebe de esta en una forma bestial de repente se escucha la voz de un
hombre hablando una lengua que al parecer es griego, y todos los
seres que la mancillan callan sus risas y se apartan de ella, el
silencio la deja muda no sabe que le harán, en ese instante siente
como un cuerpo pesado y grasiento se posa sobre su delicado cuerpo
que mientras muerde sus senos introduce su miembro erecto sin
compasión alguna lastimándola, aun mas que las manos, arrancándole
un gemido de dolor y lagrimas de sus ojos, con movimientos
brutales se provoca un orgasmo sintiendo ella quemarse por dentro,
deseando morir implorando a su señor que la salve, solo para darse
cuenta de que aquel a quien sirvió y creyó nunca llegara, durante
más de 3 horas su cuerpo es poseído y masacrado de sus senos emana
sangre de la misma manera su ano y vagina, colmados los instintos de
sus agresores, es dejada ahí como un perro moribundo, escuchando
como todos se alejan dejándola atada y bañada en sangre, las horas
pasan, solo rezar es su consuelo, por su cabeza cruzan ideas de
venganza y muerte, deja de rezar para maldecir a quien un día sirvió
y no la ayudo, grita con desesperación para darse cuenta de que
nadie la escucha, las velas casi se termina y la luz ya no es
suficiente, escucha como alguien se acerca a ella...- por favor ya
no me lastimen- susurra levemente, ya su voz es muy débil para poder
suplicar, siente como unas manos la desatan y un calor amable cubre
su cuerpo cauterizando las heridas, al quitarse las vendas ve el
rostro más delicado y fino que haya visto antes, creyendo que es un
ángel. -eh venido a ayudarte Diana soy emisario de tu dios- las
lagrimas nuevamente bañan sus mejillas, abrazando a aquel que cree
que es su salvador. Extendiéndole la mano ayuda a bajarla de potro
los dolores de su cuerpo han desaparecido y un manto de terciopelo
rojo cubre su cuerpo desnudo... levantándola entre sus brazos ella
cierra los ojos para desvanecerse en un sueño muy profundo
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